tomando
el fenómeno
detectado por todos: LA PINTADA DE FACHA-DAS. Cuyos rituales y
mitos obedecen en gran parte a ese importante capítu-lo de la
Antropología denominado PINTURA FACIAL, que versa sobre todos
aquellos dibujos que realizan en el propio rostro los miembros
de las más importantes sociedades tribales del mundo. En
estas sociedades la pintura facial comunica
una diversidad de mensajes referidos a sexo, estado civil,
arte, rango, guerra, religión, clan, tribu en definitiva.
Regresando
a nuestro tema extende-remos entonces la pregunta absurda: ¿si
la Catedral de Lima y el Estadio Nacional fueron pintados reciente-mente, por qué no
continuamos con Machu Picchu
y el Palacio Torre Tagle? ¿por qué no Machu
Picchu de color
fucsia, tal como se viene sugiriendo, y Torre Tagle de verde,
al igual que las casas de la Avenida Brasil en Magdalena.
Tenemos
también muchísimos edifi-cios pintados de color ladrillo o
forra-dos íntegramente de pequeñas plaquitas que asemejan
ser ladrillos. ¿A quién se quiere engañar con estos
falsos edificios de ladrillo? ¿a los clientes? ¿a la
arquitectura? Hay un trasfondo sumamente complejo en la
pintura facial. Aparece en primer lugar cuando se quiere ser
lo que no se es, es un disfraz, una ilusión, que escon-de una
realidad no aceptada, por lo que es menester esconderla. Se
pinta también para actuar y ser según el disfraz que se
lleva hecho que completa la dialéctica entre los dos polos de
una misma dicotomía: esconder - mostrar. |
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Parte
II : Verdad y
Mentira
La pintura
puede cambiar la verdad inmanente a una edificación y
conver-tirla en una mentira. Un edificio de concreto amado
disfrazado vía pintura de edificio de ladrillo es una
mentira; Machu Picchu pintado de color piedra también es una
mentira. De otro lado si consideramos que cada cultura tie-ne
sus propias opciones cromáticas, el resultado formal final es
difícil de descifrar pues presenta múltiples entradas.
Asimismo, en el plano de la teoría
y bibliografía de apoyo nos en-contramos con dos
campos peligro-sos: la Ética y
la Estética. Peligrosos por estar ya ubicados en la
meta de la ciencia, en la Filosofía. ¿Es posible hacer una
arquitectura verdadera mintiendo a través de ella? La
res-puesta es
rotunda: sí podemos. Y la conclusión parcial aplicada a
nuestro caso también
es rotunda: sí podemos pintar Machu Picchu de fucsia
y Torre Tagle de verde. En el primer caso el Perú pasaría a
ser inmediatamente noticia de primera página en todos los
diarios del mundo. Seríamos famosos. Figuraríamos para
siempre en la historia de la arquitectura universal. Con
Torre Tagle de verde consegui-ríamos cierto efecto
neo-barroco que seguramente iría más allá de un cierto
sentido del humor.
Parte III : Mentes y Forros
Los arqueólogos en el año 2500 o mucho antes
con toda seguridad se van a preguntar sobre la mentalidad que
opera tras la
cultura del enchape y podrían llegar a proponer algunas hipótesis explicativas peligrosas como las
que siguen:
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