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PINTURA FACIAL

       Por: Luis Rodríguez Cobos

 

tomando  el  fenómeno detectado por todos: LA PINTADA DE FACHA-DAS. Cuyos rituales y mitos obedecen en gran parte a ese importante capítu-lo de la Antropología denominado PINTURA FACIAL, que versa sobre todos aquellos dibujos que realizan en el propio rostro los miembros de las más importantes sociedades tribales del mundo. En estas sociedades la pintura facial comunica una diversidad de mensajes referidos a sexo, estado civil, arte, rango, guerra, religión, clan, tribu en definitiva.

Regresando a nuestro tema extende-remos entonces la pregunta absurda: ¿si la Catedral de Lima y el Estadio Nacional fueron pintados reciente-mente, por qué no continuamos con Machu Picchu y el Palacio Torre Tagle? ¿por qué no Machu Picchu de  color fucsia, tal como se viene sugiriendo, y Torre Tagle de verde, al igual que las casas de la Avenida Brasil en Mag­dalena.

Tenemos también muchísimos edifi-cios pintados de color ladrillo o forra-dos íntegramente de pequeñas plaquitas que asemejan ser ladrillos. ¿A quién se quiere engañar con estos falsos edificios de ladrillo? ¿a los clientes? ¿a la arquitec­tura? Hay un trasfondo sumamente complejo en la pintura facial. Aparece en primer lugar cuando se quiere ser lo que no se es, es un disfraz, una ilusión, que escon-de una realidad no aceptada, por lo que es menester esconderla. Se pinta también para actuar y ser según el disfraz que se lleva hecho que completa la dialéctica entre los dos polos de una misma dicotomía: esconder - mostrar.

    Parte II : Verdad y Mentira

La pintura puede cambiar la verdad inmanente a una edificación y conver-tirla en una mentira. Un edificio de concreto amado disfrazado vía pintura de edificio de ladrillo es una mentira; Machu Picchu pintado de color piedra también es una mentira. De otro lado si consideramos que cada cultura tie-ne sus propias opciones cromáticas, el resultado formal final es difícil de descifrar pues presenta múltiples entradas. Asimismo, en el plano de la teoría y bibliografía de apoyo nos en-contramos con dos campos peligro-sos: la Ética y la Estética. Peligrosos por estar ya ubicados en la meta de la ciencia, en la Filosofía. ¿Es posible hacer una arquitectura verdadera mintiendo a través de ella? La res-puesta es rotunda: sí podemos. Y la conclusión parcial aplicada a nuestro caso también es rotun­da: sí podemos pintar Machu Picchu de fucsia y Torre Tagle de verde. En el primer caso el Perú pasaría a ser inmediatamente noticia de primera página en todos los diarios del mundo. Seríamos famosos. Figuraríamos para siempre en la historia de la arqui­tectura universal. Con Torre Tagle de verde consegui-ríamos cierto efecto neo-barroco que seguramente iría más allá de un cierto sentido del humor.                

       Parte III : Mentes y Forros

 

Los arqueólogos en el año 2500 o mucho antes con toda seguridad se van a preguntar sobre la mentalidad que opera  tras la cultura del enchape y podrían llegar a proponer algunas hipótesis explicativas peligrosas como las que siguen: