E S P A C I O  –  A propósito de un                   manifiesto de principios arquitecturales”.

 

POR: EMILIO HARTH-TERRE.

    Publicado en el Diario El Comercio

    el día 18 de Junio de 1947.

 

Expresión de Principios de la "Agrupación Espacio".

Publicado en el Diario "El Comercio" el día 15 de Mayo de 1947.

 

l hombre es un ser de su tiempo Nace   y  vive  dentro  de  los már-  o márgenes determinados de un proceso histórico. Pertenece a una etapa con vivencias y  experimentaciones propias, concretas y específicas. Ante el pasado es un ser de reflexión y análisis, con problemas distintos que atender y nuevas incógnitas que despejar de un panorama en ritmo evolutivo. Su existir equivale a la expresión de un todo dentro de un minuto especial del universo. Es un tiempo y un espacio humanos, sobre un semejante tiempo y un semejante espacio cosmológicos.

El mundo contemporáneo trae al campo de la historia un cambio fundamental en todos los dominios del ser, del conocer y del actuar. Ante la actitud falsamente romántica y sentimental de etapas anteriores, el hombre vuelve a descubrir desde nuevos planos el equilibrio esencial de la naturaleza. Libre de manifestaciones puramente emocionales halla un nuevo sentido de sinceridad. Abandona las formas exteriores en su expresión escuetamente epidérmica y decorativa para tomarlas como producto de un fondo en comunicación con la sustancia. Olvida los convencionalismos académicos de un todo social jerarquizado en simple actitud de superficie y se revela tocado de una angustia vital decidida­mente metafísica. Es decir, vuelve a encontrarse como valor humano primordial. Entre el mundo de ayer y el mundo de hoy, se ha establecido el origen de la experiencia más honda de la historia; la génesis de un hombre nuevo y la elaboración de su mensaje.

El arte, como medio de manifestación Integral y vivencia más propia de la naturaleza humana, resume e integra en casi su totalidad la comunicación del ser contemporáneo y se realiza para definirlo. En él se desarrolla todo un proceso espiritual y material, ya no como la historia objetivada y narrativa de un simple transcurrir de normas, sino como la realización cuidadosamente elaborada de estos procesos, por la actitud del hombre frente a ellos. El arte no expresa una forma en sí o por sí, sino el total de una experiencia humana ante los esenciales valores e integran el cargo dinámico del ser.

La revolución está iniciada a grandes distancias históricas por figuras extrañas al sentir de sus tiempos pero llega a resolverse sólo en la segunda mitad del siglo XIX. El arte post-románico, no es la terminación y cierre de un proceso ajeno y opuesto al modo de concepción actual; es el comienzo de una nueva etapa. En las resoluciones y extrañas inquietudes que continuaron la era del romanticismo, incidieron Manet, Cézanne, Debussy, Ravel, Rimbaud y tantos otros situados en el plano divisional de dos sensibilidades antagónicas buscando tos elementos y en cierto modo los ejes funcionales que luego plasmarían una actitud definitiva a través de las obras de Picasso, Bracque, Gris, Joyce, Gide, Vallejo, Archipencco, Maillol, Stravinsky, Bartok, Berg, Claudel, 0'Neill, y el resto de figuras ya específicamente contemporáneas.

La arquitectura, como arte de síntesis, producto de todos los conceptos básicos y primordiales de un tiempo a través de formas y volúmenes, ha sido -en el proceso actual - el último de los valores estéticos en revolucionarse. No obstante, este retraso ha obedecido a una razón categórica de esencia.

Era necesario que la metamorfosis se realizara plenamente en todos los planos asequibles al hombre, para que la arquitectura concretase en sí, la fórmula total de un nuevo tiempo. Habían transcurrido casi doscientos años de falsificación y copia del pasado. Los estilos de los siglos XVIII y XIX no fueron sino combinaciones arbitrarias y alteraciones perfectamente irresponsables de las esencias arquitectónicas antiguas. Un anti-arte, en el que lo decorativo, lo accesorio, lo intrascendente y lo superficial, sirvieron de base a mistificaciones vagas, como concepto de un estatismo objetivado, vacío de interior y de resoluciones. Contra esta temática de exteriorismos y esta adulteración de ideas y conceptos, reacciona violentamen­te la arquitectura actual. El problema reside siempre al interior. Su planea­miento y eliminación de incógnitas se traducen en un sentido verificado en el espacio, sólo como manera de enunciar la fórmula encontrada y definir en él a las esencias. De allí el funcionalismo de la arquitectura de hoy. De allí su existencia al margen de predeterminados estilos académicos. De allí su proyección hacia el futuro, como encuentro de una concreta manifestación total, partiendo de las bases y expresando las íntimas sustancias.

La arquitectura contemporánea es índice fundamental de un tiempo. Resume los factores de un nuevo concepto universal. Ha vuelto a encontrarse con el hombre total, liberándose del hombre fracción que la mistificaba.

El esfuerzo de creadores como Le Corbusier, Gropius, Van der Rohe, Niemeyer, Neutra, Lloyd Wright y otros arquitectos actuales, se realiza ya en un tiempo y un espacio dados, como esencia fundamental y origen del ser contemporáneo.