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Desgraciadamente el Perú - más que cualquier otro país del mundo o
acaso al lado de los que forman la zaga universal -
permanece
indiferente, sin mayor inquietud ni iniciativa, al margen de los
trascendentales actos de la revolución contemporánea. El hombre es
expresión de su tiempo. Debe resumir en sí y en su obra, cualquiera
que ella sea, la ansiedad, las inquietudes, los problemas y las
resoluciones de su etapa. En el Perú, debemos afirmarlo, la
desorientación y la apatía toman contornos alarmantes. Los artistas
que deben ser conductores y guías de generación, se pierden aún en una
temática folklórica (narrativa y escuetamente objetivada) o
evolucionan a destiempo siguiendo la huella de antiguos y ya superados
revolucionarios. Una que otra figura contemporánea esencial, aislada y
quizás perdida en nuestro panorama estético, no significa
absolutamente nada en función total para el Perú, como pueblo y como
idea. Las revoluciones son desplazamientos y evolución de masas, no
actitud de seres específicamente individuales. Un hombre puede ser un
revolucionario pero nunca una revolución.
En
cuanto a nuestro problema arquitectónico, no cabe siquiera aludir
individualidades. Los esfuerzos de algunos pocos arquitectos por
dignificar la arquitectura en el Perú, han quedado anulados antes de
verificarse, por la incomprensión social y la existencia de tribunales
arbitrarios al resguardo de la adulteración arquitectónica.
Emplear nuevos materiales y disponerlos de acuerdo a un "nuevo
estilo", no es realizar arquitectura actual. Mucho menos, combinar
aspectos de arquitectura nacidos en anteriores épocas sobre el mismo
suelo, aunque estas alquimias y extrañas amalgamas llevan prefijos de
novedad supuesta. Con profundo dolor pero al mismo tiempo con una
fecunda esperanza en el futuro, debemos declarar que en el Perú y en
relación al panorama universal contemporáneo, no existe arquitectura.
En nuestro medio, ésta ha permanecido inalterable a toda inquietud
renovadora, |
ajuntándose en un régimen tenaz y absurdo de mistificación, en donde
la enseñanza y el realizarse arquitectónicos creían
vivir cuando en
realidad
morían en cada remedo obstinado.
A más de
30 años del nacimiento de una arquitectura racional y viviente, en el
Perú este arte sigue reducido al más mero oficio de aplicar estilos.
Que del "greco-romano" o del "renacentista académico" hayamos
trasladado nuestras preferencias al llamado "colonial", no suma ni
resta absolutamente nada al problema específico de superar la etapa de
una arquitectura como simple aplicación de elementos estilísticos.
Nuestro
consciente respeto a las generaciones que trabajaron en anteriores
etapas de la historia para lograr una expresión auténtica de sus
conceptos, y nuestra afirmación concreta y categórica sobre un hombre
nuevo, de esencia, sustancia y manifestaciones propias, nos lleva a
la realización de un movimiento artístico y especialmente
arquitectónico, que en este manifiesto hace sincera y libre expresión
de sus principios.
Lucharemos por eliminar todas las trabas en contra de esta exigencia
básica del tiempo.
Formaremos una conciencia arquitectónico-social identificada a las
necesidades del nuevo habitante de lo humano.
Daremos
al hombre nuevo su nueva residencia. La residencia funcional,
auténtica, fórmula de los postulados esenciales de la época, libre de
todo estilo y anécdota accesoria.
Nuestro
movimiento, bajo el denominativo "AGRUPACIÓN ESPACIO" hace un llamado
a todos los arquitectos que sientan en si la manifestación de un nuevo
ser, y extiende esta invitación a todos los artistas que trabajan de
acuerdo con las firmes esencias de la época, en el convencimiento de
un mismo fin común y un mismo anhelo de realización humana.
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